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yon India, en 1730, el maharajĆ” Ajit Singh envĆa leƱadores acompaƱados de soldados a talar Ć”rboles khejri en la regiĆ³n de Rajasthan para fabricar muebles para su palacio en Jodhpur.
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Pero los Bishnoi, que viven allĆ, son apasionados defensores de todas las formas de vida, incluidos los Ć”rboles vivos. Tal como lo ven, los Ć”rboles estĆ”n habitados por las almas de los santos.
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Una anciana, Amrita Devi, se enfrenta al grupo que llega y se niega a permitir que corten los Ɣrboles. En respuesta, los soldados le cortaron la cabeza. Una a una, sus hijas toman su lugar para continuar con la defensa, y todas corren la misma suerte. La tercera hija, Baghu Bai, es la madre del bebƩ Oninao.
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Otros Bishnoi siguen el ejemplo de estas mujeres. Los Ć”rboles son cortados y 363 Bishnoi son decapitados antes de que la noticia de esta masacre llegue a oĆdos del maharajĆ”, quien ordena que se detenga.
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En la escena, la sangre de los Bishnoi se mezcla con la sangre de los Ɣrboles.
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La rebeliĆ³n ecolĆ³gica mĆ”s grande de nuestra civilizaciĆ³n fue sellada con un baƱo de sangre aterrador.
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Antes de enfrentarse a los soldados a su vez, Baghu Bai le cantĆ³ una Ćŗltima canciĆ³n a su bebĆ©. Dicen que ella pidiĆ³ a su hijo pequeƱo que siguiera y transmitiera los principios de los Bishnoi. Ella tambiĆ©n llorĆ³ lĆ”grimas de sangre por la dolorosa separaciĆ³n de su hijo.
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Y asi comienza la historia. Estas lĆ”grimas de sangre marcarĆ”n para siempre los pies del niƱo. Este niƱo, dicen, tenĆa la piel muy blanca y los ojos azules... signos de su origen divino.
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